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domingo, 22 de enero de 2017

EL GENERAL PORLIER: DE HÉROE DE GUERRA A MÁRTIR LIBERAL

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Grabado con el retrato de Porlier

Juan Díaz Porlier nació en la ciudad de Cartagena de Indias (Virreinato de Nueva Granada) en 1788. Era hijo natural del coronel don Esteban Porlier Asteguieta.
Junto a su tío don Rosendo Porlier Asteguieta, oficial de la Armada, participó en la batalla naval de Trafalgar (1805) a bordo del "Príncipe de Asturias".
Deja la Armada y pide su ingreso en el Ejército. En 1806 ya es capitán del Regimiento Mallorca.
Iniciada la Guerra de Independencia con el empleo de teniente coronel, participa heroicamente en la Batalla de Gamonal (1808).
Recreadores conmemorando la Batalla de Gamonal
Foto:Jesús Serna

A partir de 1809 se dedica a organizar una fuerza guerrillera con la que dará golpes de mano en tierras de Castilla, llegando a conquista a los franceses Aguilar de Campoo.
Ascendido a brigadier, realizó operaciones en tierras santanderinas a las órdenes del mariscal de campo don Francisco Ballesteros.
La zona de operaciones de Porlier se extenderá entre el Duero y el Cantábrico, colaborando tanto con el Ejército de Galicia y Asturias como con la Armada británica. En diciembre de 1809 se encontraba operando en la zona de Pradilla y Valgañón, en el límite de las provincias de Burgos y Logroño con más de 2.000 hombres. Porlier aspiró siempre a transformar su unidad en una división bien instruida y disciplinada, por lo que perserveró en su entrenamiento.
A comienzos de 1810 Juan Díaz Porlier formaba parte del ejército de Asturias con unos 1.000 hombres, que constituían la división volante llamada de Cantabria. En febrero de ese año Porlier acudió desde Tarna a Infiesto. El día 10, Porlier efectuó una incursión hacia Oviedo al mando de 50 jinetes y 300 infantes, llegando a entrar brevemente en la capital de Asturias.
A principios de julio de 1810, partiendo de Ribadeo, con unos 7.500 hombres entre ingleses y españoles, a bordo de seis fragatas británicas mandadas por el comodoro Mends y de ocho lanchas españolas armadas, desembarcó a media milla de Santoña, expulsando a los franceses de la plaza. En el puerto se apoderó de 50 embarcaciones y destruyó algunos cañones. A su regreso hacia Santander batió en Galizano a un destacamento de 250 hombres, a los que tomó algunos caballos, armas y pertrechos. Desembarcó en Bermeo el 10 de julio, destruyendo baterías y fuertes enemigos, arrojando al mar más de 100 cañones y gran cantidad de municiones. Aprovechó la oportunidad para proveer de armas a los paisanos, con las que pudiesen oponerse al invasor. El 22 de julio la expedición regresó a La Coruña llevando con ellos a 200 prisioneros y a 300 voluntarios vizcaínos.
El general Porlier
El 5 de agosto una nueva expedición zarpó del puerto coruñés, desembarcando en la ensenada de Cuevas del Mar, a unos diez kilómetros de Ribadesella. Marchó hacia el interior sobre el pueblo de Potes y recorrió los límites de Cantabria y Asturias, cortando las comunicaciones francesas con Santander. Más tarde se dirigió hacia Asturias y atacó Gijón el 16 de octubre, para apoyar el desembarco de las tropas del mariscal de campo don Mariano Renovales. 
En diciembre de 1810 formó el Regimiento Provincial de Laredo de infantería de línea, los Batallones de infantería ligera I, II y III de cazadores y el escuadrón de Húsares de Cantabria. 
A comienzos de 1811 Porlier fue designado como jefe de la vanguardia del nuevo 7º Ejército, el cual se organizó en Potes bajo las órdenes del general Gabriel Mendizábal con un total de 4.247 hombres. El 4 de agosto logró entrar en Santander partiendo de Potes, pero los franceses la recuperarían poco después.
El 2 de agosto  de 1812 entró por tierra en la plaza de Santander, mientras las fuerzas navales la atacaban simultáneamente. Con anterioridad había cortado las comunicaciones entre las guarniciones de esta ciudad y de Torrelavega. En ese mismo mes los franceses abandonaron Reinosa, punto clave en las comunicaciones de estas tropas con Madrid y Palencia. Por este motivo, su presencia en la plaza había sido hostigada reiteradamente por Porlier y Campillo, lo cual los obligó a protegerla con numerosos efectivos. El 12 de febrero de 1813 los españoles retomarían Laredo, pero los franceses lograron retener Santoña durante el resto de la guerra.
Los éxitos de Porlier en León, Valladolid, Palencia, Asturias y Santander llevaron a la Regencia a ascenderlo al grado de general. En esta etapa, recibió el apodo de el Marquesito o El Marquesillo debido a que, con el fin de reunir voluntarios, se hacía pasar por sobrino de Don Pedro Caro Sureda, marqués de la Romana, y héroe del regreso de la división española enviada en apoyo de Francia a Dinamarca en 1807. Otras fuentes, incluso, afirman que Porlier era en realidad hijo natural del propio marqués de la Romana.
Pedro Caro y Sureda, marqués de la Romana (Museo del Prado).jpg
El IIIº marqués de La Romana
El 31 de agosto de 1813 Porlier participó con sus tropas en la victoria de San Marcial, integrado en el flanco izquierdo del 4º Ejército español que mandaba el general Freire, el cual sumaba en total unos 10.000 hombres. Durante la lucha, logró defender con éxito las alturas de San Marcial frente al segundo ataque de las tropas del mariscal Soult.
El 31 de diciembre de ese mismo año Porlier se encontraba al mando de la 5ª división, empeñada en el bloqueo de Santoña.
Fuerte de San Martín en Santoña (Cantabria)
Foto: Freihalter
Contrajo matrimonio con una hermana del conde de Toreno, Josefa Queipo de Llano y Ruiz de Saravia, algo mayor que él, y con la que tuvo una hija, Juana, que falleció en Bilbao, el 23 de anero de 1814. Durante el desarrollo de la Guerra de la Independencia, Porlier estuvo siempre muy atento a cuanto sucedía en el resto de España, manteniendo corresponsales en diversas ciudades y recibiendo periódicos de todos aquellos sitios. Para ello utilizaba el evidenciador seudónimo de Juan de Cartagena, en clara alusión a su lugar de nacimiento, Cartagena de Indias.
Acabó guerra con el grado de mariscal de campo, posibilitado la vuelta de Fernando VII al trono, pero se mostraba disconforme a la vulneración de la Constitución de 1812 que hizo aquel monarca. Tras la difusión del Manifiesto de los Persas y la publicación del Decreto de Valencia de mayo de 1814, se restablecía en España el absolutismo.
Porlier inició entonces conversaciones con militares y civiles liberales que, sintiendo el amor a España, estaban sin embargo en contra de la política de Fernando VII. 
Traicionado por su propio secretario, el amanuense Agapito Alconero, en la madrugada del 29 de mayo de 1814 es detenido en Madrid y condenado el 16 de julio a cuatro años de cárcel. Para cumplirlos es llevado a La Coruña, siendo encerrado en el Castillo de San Antón, de donde sale en prisión atenuada para tomar baños medicinales en el vecino pueblo de Arteixo, por lo que el 19 de agosto pasa con su esposa a residir en el lugar de Pastoriza en la casa de un correligionario, el acomodado comerciante de origen palentino don Andrés Rojo del Cañizal, en la cual prepara un pronunciamiento liberal.
Porlier regresa a La Coruña en la noche del 18 al 19 de septiembre de 1815, llegando a la ciudad hacia la una de la madrugada. Con la ayuda de varios oficiales asturianos que habían combatido junto a él, hizo prisionero al capitán general y a las autoridades militares. Tras hacerse con el control de la plaza en menos de dos horas, proclamó la Constitución de 1812. En un manifiesto liberal de carácter moderado, exhortaba a la nobleza y a la burguesía a colaborar con la monarquía constitucional en la cual debían de ser respetadas tanto "las prerrogativas del trono como los derechos de la nación". Solicitaba la convocatoria de Cortes elegidas por el pueblo, las cuales deberían tener la libertad de realizar en la mencionada constitución los cambios que exigía la situación.
Consiguió el respaldo de una parte de los comerciantes de la ciudad, entre los que destacaban Juan de Vega y Pedro de Llano, así como de prácticamente todas las fuerzas militares acantonadas en ella y en la base naval de Ferrol. Siguiendo sus órdenes, para unirse a él salió de esta última ciudad al frente del primer batallón del sexto regimiento de marina, el brigadier de la Real Armada don Ramón Romay y Jiménez de Cisneros. El día 21, al frente de varios cuerpos sublevados que sumaban 864 hombres, se dirigió a Santiago de Compostela con intención de que las autoridades y cuerpos militares allí acuartelados se uniesen al pronunciamiento
Entre tanto, las tropas reunidas en Santiago por el arzobispo Rafael de Múzquiz y Aldunate y el general Pesci avanzaron hasta Sigüeiro bajo las órdenes del general don José javier de Imaz y Altolaguirre, a la sazón comandante militar de aquella plaza.
En un descanso en el camino, en el Mesón de Deus, o de Viqueira como también se le conoce, sito en el lugar de Merelle, a la entrada del pueblo de Ordes, mientras escribía al lado de la lumbre, Porlier fue traicionado por un grupo de 39 sargentos del 6º Regimiento de Marina comprados por un agente infiltrado en la columna. Los sargentos mandados por Antonio Chacón logran tomarlo prisionero junto con sus oficiales. Sus tropas, al verse sin jefes, no ofrecieron resistencia. En las primeras horas del día 22 Porlier es formalmente detenido por el juez don Tomás Antonio de la Iglesia al frente de un grupo de paisanos de la jurisdicción de Folgoso.
Llevado primero a Santiago de Compostela en secreto, pasa después a La Coruña en donde es encausado por el capitán general don Felipe Augusto de Saint Marcq. El 22 de septiembre comienzan los interrogatorios en la Real Audiencia y Capitanía de La Coruña y el día 26 se oficia su degradación y pena de muerte.
Pasó sus últimos días en el castillo de San Antón en donde redactó su propio epitafio:
Aquí yacen las cenizas de D. Juan Díaz Porlier, General de los ejércitos españoles. Fue dichoso en cuanto emprendió contra los enemigos de su patria y murió víctima de las disensiones civiles. Almas sensibles respetad los restos de un desgraciado.
Al haber sido degradado no se le concedió el ser fusilado, como hubiese correspondido a su profesión y rango. Fue ahorcado en La Coruña, en el Campo da Leña (actualmente Plaza de España, donde existe una estatua suya) el 3 de octubre de 1815. Allí se le condujo a lomos de un burro, vestido con una levita verde. Después, fueron quemados públicamente sus proclamas y escritos. Todas las casas y tiendas de la ciudad permanecieron cerradas en señal de duelo. 
Fusilamiento del general Lacy. Medallones de Lacy y Porlier. Ilustración de "La segunda casaca" de Galdós.jpg
Grabado alusivo al ahorcamiento de Porlier y el fusilamiento de Lacy
Tras la ejecución se llevó a cabo un proceso contra los participantes militares en el levantamiento. A finales de 1819 todavía permanecían muchos de ellos encausados y presos. En cambio, al igual que el brigadier Romay, la mayor parte de los responsables civiles habían logrado huir al extranjero.
Monumento a Porlier en La Coruña
Foto: Marvelshine
Falleció, pues, Porlier a los 26 años, quedando su viuda doña Josefa Queipo de Llano encerrada en una celda del pequeño Colegio de las Huérfanas en Betanzos (La Coruña), que regentaban las monjas agustinas, bajo la custodia del escribano de aquella ciudad don Vicente Feliciano Faraldo. Este absolutista, llegó a impedirle durante cinco años el abrir los baúles en los que se conservaban los objetos personales de su marido. 
Sólo gracias al pronunciamiento liberal de 1820, logró recuperar la libertad. El 4 de mayo de ese año fueron trasladados los restos mortales de Porlier, desde la capilla de San Roque al convento de San Agustín en pública procesión. La reposición de Fernando VII como rey absoluto por la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis (1823), llevó a los liberales a ocultar sus restos para evitar que fuesen profanados. Al parecer regresaron a la mencionada capilla de San Roque, siendo colocados bajo el altar de San Antonio.

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