SERVUS HISPANIARUM REGIS



miércoles, 14 de septiembre de 2016

LA MEDALLA DEL CONCORDATO DE 1801

El Concordato de 1801 fue el acuerdo bilateral entre la Francia revolucionaria, dirigida por el Primer Cónsul Bonaparte y la Santa Sede, cuyo pontífice reinante era S.S. Pío VII.
Napoleón estaba convencido de que un acuerdo con la Iglesia católica sería de crucial importancia para conseguir la estabilidad de su régimen y la consolidación de los logros revolucionarios. 
Bonaparte, Primer Cónsul de la República Francesa
La Santa Sede había tenido discrepancias fundamentales con la Revolución, especialmente desde que la Asamblea Nacional, a través de la Constitución Civil del Clero, confiscara las tierras controladas por la Iglesia, que se convirtió en departamento del estado, rechazando toda autoridad del Papa sobre su funcionamiento interno.
La iglesia Católica había sido duramente perseguida en las etapas más radicales de la Revolución. Bajo la amenaza de muerte, encarcelamiento, o servicio militar obligatorio en momentos de guerra o la pérdida de ingresos, alrededor de veinte mil sacerdotes constitucionales (los que habían aceptado la Constitución Civil del Clero), se vieron obligados a dimitir y entregar sus cartas de ordenación, y entre seis y nueve mil de ellos fueron obligados a casarse. Muchos abandonaron sus deberes pastorales por completo. Sin embargo, algunos de los que habían renunciado continuó secretamente oficiando.
A finales de la década, aproximadamente treinta mil sacerdotes se habían visto obligados a salir de Francia, y otros que no salieron fueron ejecutados. La mayoría de las parroquias francesas se quedaron sin sacerdote y privadas de sacramentos. Cualquier sacerdote no juramentado podía hacerlo frente a la guillotina o ser deportado a la Guayana Francesa. En la Pascua de 1794, solo algunas de las cuarenta mil iglesias de Francia permanecieron abiertas: muchas habían sido cerradas, vendidas, destruidas o convertidas a otros usos.
Las carmelitas mártires de Compiègne
Las víctimas de la violencia revolucionaria, ya sea religiosa o no, fueron tratadas popularmente como mártires cristianos, y los lugares donde fueron asesinados se convirtieron en meta de peregrinaciones. Se hicieron tremendamente comunes la catequesis en el hogar, la religión popular, y prácticas sincréticas y heterodoxas, razones por las cuales los efectos a largo plazo sobre la práctica religiosa en Francia fueron significativos. Muchas de las personas que abandonaron sus prácticas religiosas tradicionales no las reanudarían jamás. Se calcula que 20 000 clérigos abandonaron el sacerdocio y 5.000 se casaron al ver en el matrimonio una forma de no levantar sospechas con respecto a su fidelidad a las autoridades revolucionarias.
Firma del concordato entre Francia y la Santa Sede. De izquierda a derecha: José Bonaparte, Napoleón Bonaparte, Jean Portalis, en cardenal Spina, el conde d´Hauterive y Emmanuel Crétet
El Concordato de 1801 incluyó, además de otras cosas, lo siguiente:
  • Una declaración de que "el Catolicismo era la religión de la gran mayoría de los franceses" pero no la religión oficial del estado, extendiéndose así la tolerancia religiosa a los judíos y protestantes.
  • Según el artículo 4, el Primer Cónsul de la República es quien nombrará los arzobispos y obispos, mientras que "Su Santidad les concederá la investidura canónica". Además, según el artículo 5 antes de entrar en funciones entregarán al Primer Cónsul un juramento de fidelidad.
  • El Estado pagaría un salario clerical y el clero juraría lealtad al estado.
  • La Iglesia renunciaría a reclamar las tierras que le fueron confiscadas durante la Revolución.
  • El calendario republicano francés sería abolido y reemplazado por el tradicional Calendario Gregoriano.
Jacques-Louis David 018.jpg
Su Santidad Pío VII
Algunas comunidades católicas de Francia rechazaron la firma del Concordato y decidieron su escisión de la Iglesia Romana manteniéndose al margen de la misma hasta hoy en día bajo el nombre de la Petite Église.
El Concordato de 1801, que entró en vigor en 1802, duraría más de un siglo, hasta ser derogado por el gobierno de la Tercera República, que estableció una política de fuerte laicidad desde el 11 de diciembre de 1905.
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Para conmemorar la firma del Concordato de 1801, se acuñó una medalla oficial con la que dejar recuerdo permanente de aquel hecho trascendente.
En su anverso se representa la efigie de Napoleón sin ningún tipo de atributo de poder. Le rodea la inscripción en francés: "NAPOLEON BONAPARTE PREMIER CONSUL"
Anverso de la Medalla
Foto: ebay.fr
El reverso nos muestra una alegoría de corte clasicista. En ella, la República Francesa, ataviada como una matrona de la antiguedad, sujeta con su mano izquierda alzada un espejo, mientras que con la derecha toma la muñeca de una desvanecida matrona velada que representa a la Iglesia Católica de Francia. La Iglesia aparece sedente y abatida. Tras ella una iglesia en ruinas, y, en el suelo: la cruz, los Evangelios y un altar.
Sobre un haz de líctores un escudo circular decorado con rayos y del que pende una espada; todo ello coronado por el gallo, símbolo de la República Francesa.
La alegoría de Francia parece indicar a la la de la Iglesia su restablecimiento, siendo testigo del momento la gótica portada de la catedral de Notre Dame de París.
En la parte superior una inscripción en francés que dice: "RÉTABLISSEMENT DU CULTE".
En el exergo la fecha siguiendo el calendario Republicano: "LE XVIII GERMINAL AN X" y el nombre del grabador al modo latino: "Andrieu fecit"
Reverso de la Medalla
Foto: ebay.fr

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