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jueves, 13 de marzo de 2014

WINTERHALTER, EL EXQUISITO PINTOR DE LA REALEZA

File:Franz Xavier Winterhalter, Photo.JPG
Franz Xaver Winterhalter nació en la pequeña aldea de Menzenschwand, en el Gran Ducado de Baden, el 20 de abril de 1805. Era el sexto hijo de Fidel Winterhalter, granjero y productor de resina de la aldea y de su esposa, Eva Meyer. De los ocho hijos e hijas de Fidel, sólo cuatro sobrevivieron a la infancia. A lo largo de su vida Franz Xaver permaneció en estrecho contacto con su familia, y en especial con su hermano Hermann (1808-1891), que también era pintor.
Después de asistir a la escuela en el monasterio benedictino de St. Blasien, Winterhalter dejó la aldea de Menzenschwand en 1818 a los 13 años para estudiar dibujo y grabado. Fue aprendiz de delineante y litógrafo en el taller de Karl Lüdwig Shüler (1785-1852) en Friburgo.
En 1823, a los 18 años, marchó a Munich, con el mecenazgo del industrial Barón von Eichtal. En 1825, se le asignó un estipendio del gran duque de Baden y comenzó a estudiar en la Academia de Artes de Munich con Peter Cornelius, cuyos métodos académicos le hacían sentirse incómodo. Winterhalter congenió mejor con el retratista de moda Joseph Stieler. Durante esta época se ganaba la vida trabajando como litógrafo.
File:Franz Xaver Winterhalter BNF Gallica.jpg
Winterhalter en una fotografía de 1863
Winterhalter entró en los círculos cortesanos en 1828, cuando se convirtió en maestro de dibujo de Sofía Guillermina de Suecia, en Karlsruhe. La oportunidad para establecerse más allá del sur de Alemania llegó en 1832, cuando pudo viajar a Italia entre 1833 y 1834, con el apoyo de Leopoldo, Gran Duque de Baden. En Roma realizó cuadros  de gusto romántico y comenzó a frecuentar el círculo del director de la Academia Francesa, Horace Vernet. A su regreso a Karlsruhe pintó los retratos del gran duque Leopoldo de Baden y de su esposa, y fue nombrado pintor de la corte archiducal.
A pesar de su estabilidad económica, dejó Baden y se trasladó a Francia donde su escena pictórica de influencia italiana “Il dolce Farniente” destacó en los salones artísticos de 1836. Un año después “Il Decameron” también recibió numerosos elogios; ambas pinturas eran composiciones académicas al estilo de Rafael. En el salón de 1838 exhibió un retrato del príncipe de Wagram con su joven hija. Su carrera como pintor de retratos se consolidó cuando, en el mismo año, retrató a Luisa María de Orleans, reina de Bélgica, y su hijo. Probablemente fue gracias a esta pintura que Winterhalter atrajo la atención de María Amelia de las Dos Sicilias, reina de Francia, y madre de Luisa María de Orleáns.
File:Maria Louise de Wagram Princess of Murat 1854.jpg
Retrato de Su Alteza María Luisa de Wagram, Princesa Murat
En París Winterhalter se convirtió pronto en pintor de moda. Fue nombrado pintor de la corte del rey Luis Felipe de Orleans, que le encargó pintar retratos de los miembros de su gran familia. Winterhalter realizaría más de treinta encargos para él. Su éxito también le permitió ganarse la reputación de especialista en retratos dinásticos y aristocráticos, hábil combinando el retrato y la lisonja e intensificando la ostentación oficial con la moda moderna.
Sin embargo, la reputación de Winterhalter en los círculos artísticos sufrió las consecuencias de este giro en su carrera. Los críticos, que habían elogiado su debut en el salón artístico de 1836, lo rechazaron y consideraron que no se le podía tomar en serio. Esta actitud de la crítica continuó a lo largo de la carrera de Winterhalter, condenando su obra a una categoría propia en la jerarquía de la pintura. El propio Winterhalter consideraba sus primeros encargos reales un interludio antes de regresar a la pintura artísticamente respetable desde un punto de vista académico, pero fue víctima de su propio éxito y, durante el resto de su vida, trabajaría casi exclusivamente como pintor de retratos. No sólo se hizo especialmente popular en este ámbito, sino que además se enriqueció. Winterhalter se convirtió en una celebridad internacional que disfrutaba del mecenazgo de la realeza.
Entre sus muchos clientes reales también se encontraba la reina británica Victoria. Winterhalter visitó por primera vez Inglaterra en 1842, y regresó varias veces para pintar a Victoria, su esposo el príncipe consorte Alberto y su numerosa familia, efectuando al menos unos 120 retratos para ellos, gran número de los cuales todavía se conservan en la colección real inglesa y se muestran al público en el Palacio de Buckingham y otros edificios.
 File:Franz Xaver Winterhalter Family of Queen Victoria.jpg
S.M. la Reina Victoria y su familia
Además de los monarcas ingleses, Winterhalter también pintó unos cuantos retratos para la aristocracia de Inglaterra, en su mayor parte nobles de la corte. La caída del rey Luis Felipe de Francia en la revolución de 1848 no afectó a la reputación del pintor. Winterhalter viajó a Suiza y continuó realizando encargos para Bélgica e Inglaterra.
Winterhalter fue testigo de las caídas de unas dinastías y el ascenso de otras pero, gracias a su constancia, ello no le afectó profesionalmente. París se convirtió en su hogar hasta dos años antes de su muerte. Tras la caída de la monarquía francesa, el cese de encargos de retratos le permitió dedicarse de nuevo a la pintura de cuadros artísticos como “Florinda” (1852), una gozosa celebración de la belleza femenina inspirada por la leyenda española de la relación entre la hija del conde Don Julián y Don Rodrigo, el último rey visigodo. El mismo año realizó una propuesta de matrimonio pero fue rechazado, por lo que Winterhalter continuó siendo un solterón dedicado a su trabajo.
Su popularidad aumentó después del ascenso al poder en Francia de Napoleón III Durante el Segundo Imperio Francés se convirtió en el retratista principal de la corte y de la familia imperial.
File:Napoleon III, målning av Franz Xaver Winterhalter från 1857.jpg
S.M.I. Napoleón III 
La hermosa emperatriz Eugenia llegó a ser una de sus modelos favoritas y le trató con generosidad. En 1856 Winterhalter pintó la que sería su obra maestra: “La Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía”, en la que aparece la emperatriz de Francia en un escenario pastoral recogiendo flores en un círculo armonioso con sus damas de compañía. La pintura fue aclamada por el público y expuesta en la Exposición Universal de 1853 y sigue siendo la obra más famosa de Winterhalter.
File:Winterhalter Eugenie 1855.jpg
“S.M.I. la Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía
En 1852 Winterhalter viajó a España para pintar a la reina Isabel II y asimismo trabajó para la familia real portuguesa. A los aristócratas rusos que visitaban París les gustaban también los retratos realizados por el famoso maestro y a menudo contrataban sus servicios. 
File:Queen Isabella II of Spain by Franz Xavier Winterhalter, 1852.jpg
S.M. la Reina Doña Isabel II y la Infanta Isabel
Como el “pintor de príncipes”, Winterhalter era muy solicitado en la mayoría de las cortes europeas: en Inglaterra (desde 1841), España, Bélgica, Rusia, México, diversos estados alemanes y Francia. En los años siguientes la fama de Winterhalter se mantuvo y sus servicios fueron objeto de gran demanda. En 1856 viajó a Polonia para pintar a los aristócratas locales y en 1857 pintó en Baviera a la zarina María Alexandrovna. Durante la década de 1860 recibiría muchos encargos de Rusia.
File:Empress Maria Feodorovna, 1857, Hermitage Museum.jpg
Retrato de la zarina María Alexandrovna
Durante el Segundo Imperio Mexicano, bajo el gobierno del emperador Maximiliano de México, Winterhalter recibió el encargo de pintar los retratos de la pareja imperial. La emperatriz consorte de México, Carlota de Bélgica, era la hija de Luisa María de Orleans, reina de Bélgica, que había contratado los servicios de Winterhalter en los comienzos de su carrera. Algunas de las pinturas de Winterhalter de los monarcas mexicanos todavía se conservan en el Palacio de Chapultepec, que actualmente es el Museo Nacional de Historia.
File:Carlota by Winterhalter.jpg
S.M.I. la Emperatriz Carlota de México
Para hacer frente a los numerosos encargos de retratos, muchos de los cuales incluían la realización de múltiples copias, Winterhalter contrató numerosos ayudantes. Ningún pintor de retratos disfrutó jamás de tanto patronazgo real como Winterhalter, sólo Rubens y Van Dyck trabajaron en cierta medida como él a nivel internacional.
A menudo Winterhalter se relajaba de la presión de su trabajo con vacaciones en Italia, Suiza y, sobre todo, Alemania. Pese a haber vivido durante muchos años en Francia, mantuvo un estrecho contacto con su país natal. A pesar de su éxito y popularidad, continuó llevando una vida sencilla y sin excesos, siendo además abstemio. En 1859 adquirió una villa en Baden-Baden, su lugar favorito de vacaciones.
En 1864 Winterhalter hizo su última visita a Inglaterra. En otoño de ese año viajó a Viena para pintar los retratos del emperador Francisco José I de Austria y de su esposa Isabel de Baviera "Sissi", que se encuentran entre sus obras más conocidas. A medida que envejecía, sus vínculos con Francia se debilitaron, y comenzó a sentir añoranza por Alemania.
 File:Empress Elisabeth of Austria with diamond stars on her hair.jpg
S.M.I.y R. la Emperatriz Isabel ("Sissi") de Austria
Se encontraba descansando en Suiza durante el estallido de la Guerra Franco-Prusiana, que terminó con el Segundo Imperio francés en septiembre de 1870. Después de la guerra, el pintor no regresó a Francia, sino que se fue a Baden. Sin mayores complicaciones decidió retirarse de forma permanente a Alemania. Todavía estaba oficialmente acreditado en la corte de Baden y se asentó en Karlsruhe. Sin embargo, en los dos años siguientes pintó muy poco. Durante una visita a Fankfurt, en el verano de 1873, contrajo el tifus y murió el 8 de julio de 1873 a los 68 años de edad.
Winterhalter consolidó su estilo y lo adaptó al lujo y la atmósfera relajada de la época, su hedonismo y animación.
Winterhalter nunca recibió elogios de la obra que lo había hecho famoso por parte de los críticos artísticos, que lo acusaron constantemente de caer en la superficialidad y afectación con el objetivo de ganar popularidad. Sin embargo, sus mecenas aristocráticos le tenían en gran estima. Las familias reales de Inglaterra, Francia, España, Rusia, Portugal, México y Bélgica le encargaron retratos. Sus monumentales lienzos le proporcionaron una gran reputación y las copias litográficas de sus retratos le ayudaron a extender su fama.
Los retratos de Winterhalter eran apreciados por su sutil intimismo. La naturaleza de su atractivo no es difícil de explicar. La imagen de sus modelos da al observador una impresión de deseo o de una necesidad de protección. No sólo disponía de una gran habilidad para crear composiciones casi teatrales con sus modelos, sino que también fue un experto en el arte de combinar la textura de los tejidos, pieles y joyas, para los que dedicaba tanto esmero como para los rostros. Pintaba con rapidez y continuidad, diseñando la mayoría de sus composiciones directamente en el lienzo. Sus retratos son elegantes, refinados y agradablemente idealizados.
Respecto al método de trabajo de Winterhalter, se cree que - debido a la práctica que había adquirido dibujando y representando figuras - pintaba directamente en el lienzo sin hacer estudios preliminares. Él mismo decidía el vestido y la postura de la modelo. Pintaba delicadamente, utilizando pinceladas rápidas pero impersonales. Su estilo era suave, cosmopolita y creíble. Muchos de los retratos fueron copiados o reproducidos en su taller como litografías.

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